MARIA, LA MADRE DOLOROSA
QUINTA SEMANA DE CUARESMA
Carta a los Hebreos
Del evangelio de San Juan. 19. 25 a 27
Del salmo 30
Señor, por tu amor tan grande ponme a salvo.
1. A ti, Señor, me acojo, que no quede yo nunca defraudado; Señor, tú, que eres justo, ponme a salvo. Escucha mi oración.
2. Ven a rescatarme sin retardo, sé tú mi fortaleza y mi refugio. Pues eres mi refugio y fortaleza, por tu nombre, Señor, guía mis pasos.
3. Sácame de la red que me han tendido, pues eres tú mi amparo. En tus manos encomiendo mi espíritu y tu lealtad me librará, Dios mío.
4. Pero yo en ti confío; «tú eres mi Dios», Señor, siempre te digo; mi suerte está en tus manos, líbrame del poder de mi enemigo que viene tras mis pasos.
5. Qué grande es la bondad que has reservado, Señor, para tus fieles. Con quien se acoge a ti, Señor, ya la vista de todos, ¡qué bueno eres!
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