El mundo necesita paz, pero no una paz basada en el equilibrio de las armas, en el miedo recíproco. «Eso es retroceder setenta años en la historia», dijo Francisco después del Ángelus, dirigiéndose a los jefes de las naciones y de las organizaciones «para que reaccionen ante la tendencia a acentuar la conflictividad y la oposición». Si se quiere, la crisis ucraniana puede ser un desafío para sabios estadistas, capaces de construir en el diálogo un mundo mejor para las nuevas generaciones, afirmó.

Francisco vuelve a dirigirse a los jefes de las naciones, es necesario «pasar de las estrategias de poder político, económico y militar, a un proyecto de paz global»

«Que se ponga fin a esta guerra, que se silencien las armas, se termine de sembrar muerte y destrucción».

Francisco habla en tono serio en el Aula Pablo VI. Ante sus ojos tiene las imágenes de más de 70 cadáveres de civiles esparcidos por las calles, con las manos atadas a la espalda, en Bucha, ciudad ucraniana a pocos kilómetros de Kiev, cuyas fotos han sido difundidas por las autoridades locales junto con denuncias de fosas comunes. Fotos de horror que han indignado al mundo y por las cuales se pide que se investigue por «crímenes de guerra».

«Las recientes noticias sobre la guerra en Ucrania, en lugar de traer alivio y esperanza, atestiguan en cambio nuevas atrocidades, como la masacre de Bucha», afirma el Pontífice.

Crueldades cada vez más horrendas, llevadas a cabo también contra civiles, mujeres y niños desarmados. Son víctimas cuya sangre inocente clama al cielo e implora: «¡Que se ponga fin a esta guerra! ¡Que se silencien las armas! ¡Se deje de sembrar muerte y destrucción!»

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